El Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), Xavier Molina, presidió el sábado 30 de junio, en Donostia-San Sebastián, la inauguración del monumento Memoria de una Luz, escultura de grandes dimensiones que honra la memoria de la Logia Altuna nº 15. Esta Logia trabajó en la capital donostiarra entre 1932 y 1936, cuando fue violentamente disuelta por las tropas franquistas. Ha sido precisamente su heredera, la Logia Altuna nº 52, de la GLSE, la que ideó, planeó durante muchos meses y finalmente llevó a cabo la elevación de este monumento a la memoria de todos los masones perseguidos por la dictadura franquista, y singularmente la de los hermanos de la primera Logia Altuna. La escultura, fundida en acero corten, es obra del artista madrileño José Miguel Utande, que ha regalado su obra a los masones y a la ciudad de Donostia-San Sebastián. Está situada en el Jardín de la Memoria, en el barrio Riberas de Loiola, junto al río Urumea.
A la ceremonia de inauguración asistió más de un centenar de personas. Estaban allí, muy emocionados, familiares de aquellos viejos masones de hace ochenta años, como los nietos del ilustre científico Mariano Doporto Machori, director del Observatorio Meteorológico de Igueldo (San Sebastián), o la hija del ejemplar masón, profesor, investigador y escritor francés Jean Crouzet. Acudieron también, en representación del Excmo. Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, Ernesto Gasco, teniente de Alcalde de la Corporación, y Miguel Ángel Díez, concejal de Vías Públicas y presidente del Distrito Este de la ciudad. Juan Martín Mas llevó la representación del Supremo Consejo Masónico de España, y estuvieron además presentes dos ex grandes maestres de la GLSE: el IV, Javier Otaola, y la VII, Nieves Bayo, que pertenece a la Logia Altuna nº 52.
El acto estuvo cargado de emotividad. El Venerable Maestro (presidente) de la Logia Altuna nº 52, Borja Celarain, agradeció la presencia de todos, entre los que estaban masones y masonas del Gran Oriente de Francia, la Gran Logia de Francia, la Federación Española de la OMMI (El Derecho Humano) y, naturalmente, los numerosos hermanos de las logias vasco-navarras de la GLSE. El Gran Maestre, Xavier Molina, agradeció en primer lugar el ímprobo trabajo realizado durante mucho tiempo por los hermanos de Altuna nº 52, que culminaba en esa feliz mañana. Pero, como dijo, “esto no debe ser un punto y final sino un punto y seguido: queda mucho trabajo por hacer para la recuperación de la memoria histórica. El compromiso de la GLSE para que ese trabajo sea una realidad, y en breve, es firme”.
A continuación se celebró un sereno y poético ritual para la “consagración” del monumento. Al pedestal que sostiene la enorme escultura subieron, para acompañar al Venerable Maestro, los dos Vigilantes de Altuna nº 52, Iñaki Zuloaga y Borja Iglesias; a los tres les costaba trabajo mantener la serenidad en la voz porque se han dejado la piel durante mucho tiempo en el esfuerzo que llegaba a su término en ese momento. Celarain dedicó la ceremonia a los hermanos de la antigua Logia Altuna nº 15, que “defendieron los valores de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad. Su luz fue fugaz en el tiempo, pero nuestro recuerdo hará que esa luz permanezca en nuestras mentes y en nuestros corazones. Porque mientras haya una sola persona que dirija su mirada hacia ellos, esa luz no se extinguirá”.
Llegó luego el hermoso diálogo que mantienen, en todas las Tenidas masónicas, el Venerable Maestro con los dos Vigilantes:
–Hermano Segundo Vigilante, ¿quiénes están reunidos hoy aquí?
–Aquellos que desean mantener viva la memoria. Aquellos en quienes resuenan los ecos del pasado y que escuchan la voz de quienes nos han precedido en el sendero de la construcción del Templo de la Humanidad, a la gloria del Gran Arquitecto del Universo…
Así como la escultura que se inauguraba es un triángulo equilátero inacabado que se apoya en tres poderosas formas que representan la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad, el ritual se apoyó en tres conceptos: la Verdad, la Justicia y la Reparación, que “deben iluminar nuestra mirada hacia el pasado: solo así la luz que proviene del pasado poder ser útil en la construcción del presente y del futuro”.
En medio del silencio sonaron un txistu y un tamboril, y un dantzari bailó el solemne y hermoso aurresku ante la fotografía en la que aparecen, en color sepia, aquellos viejos masones de la Logia Altuna de hace ocho décadas.
Horas después, en la Tenida masónica blanca que se celebró en un hotel de la ciudad (“blanca” quiere decir que se invita a asistir a personas que no pertenecen a la Masonería), el Gran Maestre y la Logia Altuna nº 52 entregaron los Mandiles de Honor del Taller al escultor, José Miguel Utande, y a los concejales Ernesto Gasco y Miguel Ángel Díez. Sin su generoso apoyo, como sin el trabajo de tantas personas más, masones y no masones, es seguro que esta hermosa celebración no habría llegado a producirse. Antes de cerrar la Tenida Blanca, el Gran Maestre de la GLSE dedicó unas palabras a la necesidad de recuperar la Memoria Histórica en nuestro país.
El Presidente de la Asociación Altunaberri, Iñaki Zuloaga, concedió una entrevista sobre la inauguración a la emisora Onda Vasca, que puede escuchar en este enlace.
Si desea ver fotografías del evento, por favor siga este enlace.