Hace algunas semanas los Hermanos de las cuatro logias vasco-navarras nos adentramos en el territorio allende el Adur al objeto de asistir a un encuentro muy especial.
La solidaridad que los masones vascos del sur de los Pirineos hemos recibido de nuestros hermanos del norte, hunde sus raíces en la historia, a veces trágica, de nuestro país.
2016 ha sido el año en el que ha renacido un viejo sueño con el nombre de Spartacus. Una logia de este mismo nombre vió la luz por primera vez en el año 1933, homenajeando al gladiador ex-esclavo que combatió e hizo zozobrar al mismísimo imperio romano durante varios años.
La primitiva Spartacus fue una logia transfronteriza que integró a Hermanos de España y Francia de diferentes talleres. Entre sus fundadores hubo Hermanos pertenecientes a la donostiarra Altuna Nº. 15, la lohitzundarra l´Etoile de Labourd y la baionesa La Zélée.
Es preciso recordar que a principios de los años treinta Europa se encontraba azotada por los vientos de los totalitarismos de izquierda y derecha. El fascismo italiano llevaba una década en el poder y el nazismo de Hitler accedió al poder ese mismo año. Partidos y movimientos similares se encontraban al alza en todo el continente.
Los Hermanos de las distintas Logias que crearon la primitiva Logia Spartacus comprendían muy bien que los totalitarismos eran enemigos irreconciliables de la trilogía masónica Libertad, Igualdad y Fraternidad, así como de la defensa del pluralismo y el progreso.
Los totalitarismos coartan la libertad del ciudadano al anular su individualidad suprimiéndola en lo colectivo. Rechazan la igualdad de los seres humanos al defender la supremacía de unos sobre otros: hacen gala del derecho de unos a explotar a los demás. Los totalitarismos repudian a su vez la fraternidad entre iguales como signo de debilidad y exaltan la fuerza frente a la razón.
La primitiva Logia Spartacus surgió con clarísima vocación antifascista y antitotalitaria. La masonería de entonces comprendió muy rápido que los avances en la construcción de una sociedad más justa, más libre y más progresista se enfrentaban a un enemigo temible que amenazaba con hacer retroceder a Europa a las tinieblas del fanatismo, el integrismo y la guerra. Y así fue.
Tras escasos 4 años de existencia, la guerra civil hizo desaparecer a la donostiarra Logia Altuna Nº. 15 y los masones españoles tuvieron que sufrir una persecución atroz sólo comparable a la de la Inquisición medieval. Los locales de las logias de Iparralde sirvieron para acojer a los refugiados de la represión franquista.
Hoy, en el año 2016, los masones de las Logias Altuna Nº 52, Luz del Norte Nº. 63, Manuel Iradier Nº. 26 y Xabier Mina Nº. 79 nos hemos unido a los hermanos de Iparralde que han reflotado el nombre de la transfronteriza y antifascista Logia Spartacus para unirnos en fraternidad y actualizar el mensaje de aquellos días.
Europa hoy se enfrenta a retos como las fuerzas extremistas internas que pretenden destruir su maltrecha unión, o los retos exteriores como su escasísimo perfil en la política internacional o su vergonzosa política para con los refugiados.
Los masones vascos de ambos lados del Pirineo hemos disfrutado de una jornada en la que, una vez más, hemos comprobado que los retos que la humanidad debe afrontar no tienen ni fronteras.
(Artículo redactado amablemente por un miembro de la Resp. Logia Altuna Nº 52. En base al absoluto respeto y libertad de conciencia individual, las opiniones expresadas en el mismo corresponden únicamente a su autor, y pueden no ser representativas de la opinión de otros miembros de la Logia)